Ser mujer es gritar muy alto que “soy capaz de lograr lo que me propongo”, es romper con los estereotipos que le han puesto límites a la forma en la que nos vemos, actuamos y vivimos para convertirnos en las directoras y protagonistas de nuestras propias historias.
Hoy las mujeres hemos llenado los espacios que antes nos fueron negados, para demostrar que somos capaces de lograr lo que nos proponemos y de hacer la diferencia sin perder la esencia que nos caracteriza a cada una. No somos súper poderosas, pero sí muy poderosas, sobre todo, cuando nos unimos para alzar nuestra voz.
¡Reconozcamos nuestros poderes y salgamos a cumplir nuestros sueños!
Poder creador. No solo somos creadoras de otras vidas, sino también de nuestra propia vida, de nuestra propia forma de ser mujer. En la actualidad somos artistas, amigas, científicas, mamás, hijas, activistas, esposas, empresarias, somos todo lo que queremos ser porque luchamos por nuestros sueños a pesar de las dificultades que se nos presenten en el camino.
Hoy, no hay una única manera de ser mujer, lo que nos define es sentirnos como tal, bajo nuestras propias reglas.
Poder transformador. La pasión con la que hacemos las cosas nos lleva a conseguir grandes logros personales, pero también a inspirar y a dejar huella en las personas que tenemos alrededor. Unidas hemos conseguido cambiar la sociedad y obtener los derechos que antes nos fueron negados.
Si hoy las mujeres podemos votar, ir a la universidad, tener una cuenta bancaria, o comprar una casa, es porque a lo largo de la historia nos hemos unido y empoderado para transformar la sociedad y convertirla en un lugar más justo para todas.
Poder empático. En un mundo que corre cada vez más rápido, donde la inmediatez nos deja sin espacio para expresar lo que sentimos, las mujeres tenemos la capacidad de volver la mirada hacia adentro para conectarnos con las emociones.
Esa capacidad nos dota una sensibilidad que no debe confundirse con debilidad, sino con el poder de ser más empáticas con el mundo que nos rodea. Un mundo más compasivo, que no deje de lado los sentimientos es un mundo mejor. Y en eso, las mujeres jugamos un papel fundamental.
Poder de la autenticidad. Expresar cómo nos sentimos por dentro y por fuera nos hace auténticas. Aunque toda la vida nos han encasillado en estereotipos que nos dicen que tenemos que ser perfectas, sabemos que no lo somos. Por eso cada vez más, nos arriesgamos a romper las reglas y nos preocupamos por ser, ante todo, naturales y sinceras con nosotras mismas.
Las cosas están cambiando y cada día luchamos porque nuestra autoestima no dependa de lo que otros piensen sino de cómo nos sentimos con nosotras mismas.